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¿Por qué mis hijas no llevan pendientes?

niñas sin pendientes

Desconozco si esto hace unos años era un tema controvertido, lo que sí tengo claro es que hoy en día sí que lo es, y no en vano es motivo de polémica. Hablo de agujerear o no las orejas de las niñas para ponerles pendientes.

Es cierto que no en todos los países está reconocido este procedimiento como tradición. De hecho son pocos los países en los que se ha adoptado esta práctica como habitual. Entre ellos, donde yo vivo, en España. Aquí es muy normal ver a los bebés niña (y entendiendo «niña» como bebé con genitales femeninos, que después en un futuro puede autodefinirse con total libertad) con pendientes en las orejas. La mayoría de ocasiones se las agujerean a los pocos días de vida, a veces a los pocos meses. Diría, incluso, que lo fuera de lo común es no ponérselos.

¿Por qué se ponen los pendientes?

La respuesta es sencilla y escueta: por tradición. Aunque después hay familias que que dirán que es para diferenciar a las niñas de los niños, que las niñas están más guapas con pendientes… También hay quienes opinan que de bebés no les duele, que es sólo un momento… Que así no se les genera ningún trauma porque, lógicamente, después no se acuerdan.

La tradición en sí se cree que viene de época romana. Los romanos perforaban las orejas de las niñas aunque el motivo no está del todo claro.

Hay países en los cuales no se reconoce esta tradición, de hecho se quedan un poco alucinados al ver a las bebés, tan pequeñas, con pendientes en las orejas. En la mayoría de estos países, es común ponérselos ya en la adolescencia o incluso no llegar a ponérselos nunca.

Lo que está claro es que es una costumbre mayoritaria de países latinos o con una tradición católica muy arraigada. Es más, hay países como el Reino Unido, que incluso han creado una campaña de recogida de firmas para prohibir esta práctica con bebés y determinar una edad mínima para perforar las orejas de las niñas.

Mis hijas no llevan pendientes

Así lo decidimos antes de que naciera Nadia, no llevaría pendientes hasta que ella los pidiera y estuviera preparada, si es que ese día llega.

El por qué es muy sencillo, y es que el hecho de que sean mis hijas no significa que me pertenezcan, y no soy yo quien tenga que decidir agujerearle las orejas por un motivo puramente estético. Quiero que tengan la libertad de decidirlo por sí mismas.

Por otro lado, yo no llevo pendientes en las orejas, me los quité hace años porque no me resultaban cómodos y estaba harta de que se me infectaran constantemente.

Pero, el motivo que más me pesa de esta práctica es el simbolismo sexista que hay alrededor de marcar única y exclusivamente a las niñas. Seguir con esta costumbre me parece catastrófico, pues estamos perpetuando la no igualdad, la idea de que las niñas (y las mujeres) tenemos que adornarnos para estar bellas, y a su vez es algo con lo que están creciendo niñas y niños, que lo están asimilando como algo natural y no lo es en absoluto.

Mis hijas se criarán no dando por hecho que las niñas deben ser marcadas al nacer. Que sí, es posible que cuando alcancen cierta edad se hayan dejado llevar por lo que ha marcado tristemente esta sociedad, y decidan hacérselos. Pero no habrá sido una imposición de sus padres.

Los comentarios ajenos, cada vez me dan más igual. Mis hijas no necesitan llevar pendientes para que la señora de turno pueda saber si son niños o niñas (siempre dando por hecho que son niños por no llevarlos, como si a mi eso me molestara). Mis hijas son dos bellezas que no necesitan adornos.

Pero la creencia que me resulta más surrealista es el pensar que de bebés no les duele, como si no fueran de carne y hueso. He hecho una búsqueda en youtube, así por curiosidad, y se me ha puesto muy mal cuerpo. Sólo de pensar en mis hijas pasando ese mal trago por pura estética me pone muy triste. Si crees que sólo es un momento te equivocas, después llevan el diminuto lóbulo hinchadito varios días, sin contar con el riesgo de enganchones, infecciones, etc. Lo siento, pero no merece la pena en absoluto.

No es mi intención criticar a quienes deciden ponérselos, sólo dar mi opinión. Pero, sinceramente, si tú que estás leyendo esto te estabas planteando ponérselos y te hago cambiar de opinión o por lo menos replanteártelo, me alegraré. Ya bastantes decisiones tomamos por ellos, como para decidir si adornamos o no sus cuerpos ¿no crees? Sus cuerpos son suyos, no nuestros.

Un abrazo y a cuidarse!

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Trabajar en casa también es trabajar

Hoy es el Dia del Trabajador, como cada año en esta fecha. Pero este año se me plantea un papel un poco diferente porque es algo en lo que suelo pensar a menudo, e incluso muchas veces (demasiadas, diría yo) me crea cierto malestar y angustia. Y es que trabajar en casa también es trabajar.

Hace 2 años que perdí mi trabajo, querían trasladarme a Madrid (a casi 400 km de mi casa) estando yo con jornada reducida por cuidado de menor (de mi hija de 1 año, por aquel entonces sólo estaba Nadia). Sólo era una artimaña de la empresa para deshacerse de mi departamento, pero no me extenderé en el tema. Simplemente me quedé sin trabajo.

No era el trabajo de mis sueños, ni el anterior tampoco lo había sido, y estaba ya muy cansada de sentirme tan infravalorada en trabajos que no me hacían feliz en absoluto. Decidí entonces que quizás era un buen momento para montarme yo algo por mi cuenta desde casa y así poderme dedicar a mi pequeña. Además teníamos muy claro que queríamos ampliar la família, que, a priori, puede no parecer una buena idea estando yo en el paro, pero entonces, ¿qué empresa me iba a querer si me quedaba embarazada al poco de entrar? Quizás mi situación laboral un año después tampoco sería muy diferente viendo la situación del mercado laboral. Con una hija todo cambiaba, y no estaba dispuesta a gastar lo poco que ganaría trabajando a media jornada en pagar a otra persona para cuidar de mi hija.

«Con una hija todo cambiaba, y no estaba dispuesta a gastar lo poco que ganaría trabajando a media jornada en pagar a otra persona para cuidar de mi hija«

Así que decidí probar suerte y empezar con mi tienda online, en la página que ahora navegas. Mientras también hacía alguna que otra sesión de reflexología podal o reiki. Empecé con los diseños de camisetas, y poco a poco también puse artículos hechos por mí a ganchillo. Para abreviar y que esto no parezca un diario personal, te diré que los comienzos son duros, y más si no tienes demasiado tiempo para dedicarle. Estar al cuidado de un bebé las 24 horas del día no te deja muchas horas libres y mi pareja está todo el día fuera por trabajo. Así que digamos que mi pequeño proyecto, aunque me dá algo, no acaba de despegar como a mi me gustaría.

Hoy, Día del Trabajador, se me remueve todo esto y me hace reflexionar. Yo nunca me vi siendo ama de casa, no me imaginaba a mí misma sin un trabajo al que acudir, cuidando de la casa, de las niñas… Pero la vida (y mis decisiones) me han puesto aquí.

Ahora cuido 24/7 de una niña de 3 años y una bebé de 10 meses, hago las tareas del hogar, los desayunos, comidas, meriendas (la cena la hace mi pareja), limpio, recojo, pongo lavadoras, juego con las peques, las baño, vamos al parque a jugar, leemos cuentos… Cuando llega mi pareja a casa y acuesto a la pequeña corro a encender el ordenador y ponerme a revisar la tienda, los pedidos, escribir posts, actualizar redes sociales, etc. Y todo lo intento hacer con la mejor de las sonrisas porque ellas no se merecen otra cosa.

¿Todo esto lo podría hacer trabajando fuera de casa? Pues no, muchas de esas cosas las tendría que hacer otra persona por mí. Pero otras muchas las haría yo aun trabajando fuera de casa.

Creo que nos juzgamos demasiado los unos a los otros, pero sobre todo, creo que nos juzgamos mucho a nosotras mismas. Sé que hago lo que puedo, pero siento en mis espaldas esa presión social que me empuja al mercado laboral, que sin eso no soy nada y jamás tendré un reconocimiento por estos años en los que he trabajado pero no he cobrado, ni he cotizado.

«Sé que hago lo que puedo, pero siento en mis espaldas esa presión social que me empuja al mercado laboral«

Años en los que me he entregado en cuerpo y alma, y nunca mejor dicho, porque he gestado dos vidas, he parido dos veces, he criado (y estoy criando) a dos criaturas, amamantándolas, sosteniéndolas, estando presente para ellas, dándoles amor y cariño. Y además llevando sobre mí el peso de no estar haciendo suficiente porque no estoy trabajando fuera de casa y otras madres sí lo hacen y pueden.

madre trabajadora y cuidadora

La sociedad a veces es muy injusta y te señala. El sistema te invisibiliza y te hace creer que es sólo tu problema, con suerte te cae alguna ayuda (que luego te quitan por otro lado), y ya puedes sentirte afortunada y darles las gracias. Pero la más injusta a veces es nuestra mente, ese síndrome de la impostora que aparece cuando menos lo necesitas.

Nos han hecho creer que como hemos decidido tener hijos no tenemos derecho a quejarnos, a pedir ayuda, quieren que creamos que si no trabajamos (fuera de casa) es porque no queremos. Pero no, ya está bien. Soy madre, trabajo 24/7 cuidando y criando, haciendo que mi casa sea un lugar limpio y cómodo en el que estar. No tengo días libres ningún día del año. Saco ratos libres los fines de semana cuando está mi pareja en casa. Me siento pagada viendo crecer felices a mis hijas, eso me hace feliz. Sé que estar así de presente para ellas es un regalo, tanto para ellas como para mí que podré decir que he exprimido cada momento. Pero también es necesario que esto se vea desde fuera.

Hay mujeres que se sienten cómodas en el papel de ama de casa (aunque no me gusta mucho esa denominación). Pero cuando eso no te pasa, e intentas, como yo, sacar un negocio adelante con todo el peso de la casa y de la sociedad, se hace doblemente duro.

Así que si tú que me lees estás en esa misma situación, te mando un abrazo muy fuerte. No perdamos de vista el objetivo que nos mueve y mientras visibilicemos y demos voz a estas situaciones que también existen. Ser madre es de las cosas más bonitas de la vida, sólo necesitamos una tribu sólida detrás que nos dé una palmadita en la espalda de vez en cuando y nos empuje de nuevo hacia delante.

Un abrazo y gracias por haber llegado hasta aquí.

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