¿Has sentido alguna vez cómo la vida confabula para recolocarte en el camino del que te habías desviado? Pues más o menos eso es lo que me pasó a mi. Hoy te explico por qué me formé como doula.
¿Qué es una doula?
Antes me gustaría aclarar qué es una doula por si no estás familiarizada con esta figura. Te confieso que a menudo, cuando tengo que explicar qué es una doula me surgen dudas sobre el lenguaje a utilizar, ya que realmente creo que una definición única no existe para este caso y el sentir de cada persona juega un papel importante. Por lo que te voy a explicar qué es para mi un doula, ahora que me he formado y he vivido algunas experiencias.
Una doula es una mujer formada en varias áreas sobre los procesos de la mujer (embarazo, parto, postparto) tanto a nivel físico como a nivel emocional, incluyendo temas como fisioterapia, lactancia materna, duelo perinatal, postparto emocional, etc. La doula se encarga de acompañar a la mujer en cualquiera de estos procesos a nivel emocional, nunca a nivel físico (para eso están los profesionales de la salud de cada área como matronas, fisios, etc).
¿Cómo le acompaña? Pues brindándole un espacio seguro de escucha para que pueda verbalizar cualquier tema que le preocupe a la mujer con respecto al momento que está viviendo o sobre el que está por vivir, o simplemente tender una mano amiga. Un espacio sin juicios en el que la única protagonista es la madre. La doula escucha, apoya, ayuda a nivel logístico, procura un espacio cómodo para la madre, ofrece información si se le solicita, ayuda a buscar profesionales cuando se lo piden (normalmente tiene referencias en varios ámbitos). Una doula nunca le va a decir a la mujer lo que tiene que hacer ni va a tratar de influir en sus decisiones. Para una doula siempre va a estar bien lo que la madre decida y comprende perfectamente cada momento del proceso que transita.
Una necesidad de la sociedad individualista
Hoy en día se hace cada vez más necesaria una figura así, ya que en la sociedad en la que vivimos hemos tendido a situarnos en el individualismo y ya no se cría con una tribu detrás de apoyo, o por lo menos no de la misma forma. Hay mujeres que tienen una buena red de personas y aún así sienten que les falta algo. Ese «algo» normalmente es ese espacio de escucha activa. Y no es para nada reprochable a esas personas que están a su alrededor.
Seguramente le brindan todo su cariño y ayuda de la mejor manera que saben, y está bien, hacen su labor, el papel que les pertenece como madre, hermana, amiga… Muchas veces sólo les mueve el ver bien a la mujer y tienden a hacer de todo para lograrlo, sin darse cuenta de que a veces lo único que hay que hacer es no hacer.
A veces lo único que hay que hacer es no hacer
Y esa es la labor a mi parecer más complicada de la doula: el acompañar desde la escucha activa sin dejarse llevar por el hacer todo tipo de cosas para que la mujer se sienta bien, porque eso realmente puede salir mal. Hay muchas probabilidades de que alguna de esas cosas la incomoden, o simplemente metas la pata sin querer.
Necesidad de ayudar
Te pongo un ejemplo: Imagina que una mujer en pleno postparto te habla de lo triste que se siente por no haber tenido el parto natural que deseaba, y automáticamente, tú, que quieres que enseguida se sienta bien, intentas animarla diciéndole que lo importante es que el bebé y ella están bien, que no piense en lo otro. Y aunque ha sido con la mejor de las intenciones, sin querer, has invalidado una emoción muy profunda de esta madre, que seguramente evitará el tema porque se ha quedado sin espacio para hablarlo y profundizar sobre él, si es que lo necesitaba.
Claro que para ella es lo más importante que su bebé esté bien, pero eso no significa que cure la herida de su duelo por el parto que no tuvo. Desde fuera no sabemos cuán doloroso está siendo ese proceso para ella, no podemos quitarle importancia a algo que no estamos sintiendo.
La mayoría de veces , cuando se le pregunta a una recién parida cómo esta, se espera una respuesta relacionada con su estado físico (su recuperación, puntos, subida de leche…), o en relación a su bebé (si duerme, si come, si llora mucho…), pero no se suele esperar una respuesta en cuanto al estado anímico. Y si recibimos una respuesta de ese tipo, quizás no sabemos cómo gestionarla.
Mi maternidad
Y entonces… ¿por qué me formé como doula? En mis dos experiencias como madre, con sus dos embarazos, partos y postpartos, me di cuenta de que me faltaba esa figura de apoyo emocional que no me podía brindar ningún familiar. Sentía que había un vacío entre el seguimiento médico y la familiaridad no especializada que te aportan las personas de tu alrededor. Recibes muchísima información del exterior, mucha no solicitada, mucha que incluso se contradice, que te rechina, o que te crea más dudas, más miedos, o bien que te da claridad, por qué no. Pero la mayoría es fruto de la experiencia personal de otras personas, con su propia percepción mezclada con su experiencia de vida.
Necesitamos una figura especializada en todos los procesos de la maternidad, que sepa perfectamente generar ese espacio, que sepa reconocer las necesidades de la madre sin intervenir innecesariamente, que no compare constantemente su propia experiencia con la de la madre a la que acompaña, que dé esa confianza y esa cercanía tan necesaria en momentos de vulnerabilidad. Yo personalmente, eché mucho de menos todo esto.
Por qué me formé como doula
Desde pequeña me fascinó todo lo relacionado con la maternidad, jugaba poniéndome un cojín bajo el jersey y soñaba en cómo sería sentir un bebé dentro de mi tripa. Sentía fascinación cuando veía una embarazada. De hecho, estuvo muchos años queriendo ser matrona. Pero la vida me llevó hacia otro lado.
Tras ser madre y vivir la experiencia en primera persona, me hice consciente de que una experiencia puede discernir de otra enormemente, y lo que me pase a mi o lo que yo sienta puede ser lo contrario en otra persona. La experiencia me hizo más humilde y sentí esa llamada a estar al lado de las madres mucho más fuerte. Ya no desde el lado más técnico o médico, sino al lado más emocional, el más olvidado. Y digo esto siendo muy consciente de que hay profesionales sanitarios que cuidan de las mujeres de forma muy amorosa, aunque desafortunadamente no es lo que más abunda.
La experiencia me hizo más humilde
Así que lo decidí, me formé como doula para vivir esa experiencia transformadora. Para mi fue todo un viaje, como lo es cada mujer a la que acompaño, y como lo serán todas esas mujeres que me permitan viajar a su lado en esa experiencia vital.
Gracias por llegar hasta aquí. Soy consciente de que es un post largo pero que necesitaba soltar para el mundo.
Si quieres que te acompañe como doula no dudes en ponerte en contacto conmigo aquí o aquí. Tanto si resides en Valencia como si no, puedo ser tu doula en Valencia o doula online.
Un abrazo y a cuidarse!